NABOR CARRILLO FLORES
Nació en la ciudad de México en 1911, hijo del ilustre músico potosino Julián Carrillo. Hizo estudios de preparatoria y profesionales en la Universidad Nacional, obtuvo el título de ingeniero civil en 1939, y como becario de la Fundación Guggenheim estudió maestría y doctorado en Ciencias en la Universidad de Harvard, concluyendo en 1942, con especialidad en mecánica de suelos.
Se incorporó como docente e investigador a la UNAM, y a partir de 1944 dirigió la instancia universitaria que luego sería Coordinación de Investigación Científica. Con tal carácter representó al gobierno mexicano en las primeras pruebas atómicas (Atolón de Bikini, 1946) y participó en la Comisión respectiva de la ONU, para convertirse en uno de los expertos en la materia que hacia 1950 promovieron la adquisición, por parte del Instituto de Física, de un acelerador Van de Graaff, equipo fundamental para el estudio de la energía atómica, y luego fundaron la Comisión Nacional de Energía Nuclear (1956).
En 1953 había sido designado rector de la Universidad, le tocó el traslado a Ciudad Universitaria y su gestión (la primera de dos periodos completos y consecutivos) se distinguiría por la estabilidad y la modernización, incluyendo medidas de optimización administrativa y planificación; se amplió el plantel docente y de investigadores, varias escuelas nacionales se transformaron en facultades, se instaló en la Facultad de Ciencias la primera computadora (en América Latina) e inició su publicación la Gaceta de la Universidad.
Antes y después de esa etapa, su interés científico se orientó básicamente hacia los problemas ecológicos relacionados con la mecánica de suelos, y colaboró en importantes obras de cimentación y de almacenamiento acuífero como consultor o con proyectos propios (por ejemplo el relativo al Lago de Texcoco, 1965).
Entre los numerosos reconocimientos y distinciones que recibió en vida, se encuentran el Premio Nacional de Ciencias (1957), la medalla Barón de Humboldt del gobierno alemán y la Legión de Honor francesa, además de los doctorados honoris causa de varias universidades nacionales y extranjeras.
Murió en la ciudad de México en febrero de 1967.
El fondo que lleva su nombre se conformó a partir de tres grupos documentales de distinta procedencia: el primero habría sido donación de la señora Elena Flores viuda de Carrillo en 1984, compuesto de correspondencia relativa a la trayectoria profesional del doctor y a su gestión al frente de la Coordinación de Investigación y la Rectoría universitaria, más la documentación asociada (nombramientos, reglamentación, proyectos, ponencias, discursos); testimonia también el seguimiento de sus actividades, opiniones e intereses en la prensa nacional, así como algunos homenajes póstumos.
Un segundo grupo, obsequio de la Universidad Iberoamericana en 1993, constituye el 80 por ciento del volumen total del fondo y es básicamente una colección de impresos (revistas, compilaciones, memorias) asociados a las disciplinas que cultivó el ex rector (y en particular sobre el Proyecto Lago de Texcoco), la mayoría publicados después de su muerte, aunque incluye estudios, artículos o conferencias de su autoría y aun testimonios de su puño y letra (como la correspondencia con sus maestros Terzaghi y Casagrande).
Y finalmente un tercero, compuesto de apuntes manuscritos sobre diversos temas y asignaturas (problemas térmicos en presas, analítica del espacio, cálculo vectorial, topografía, hidráulica, resistencia de materiales…) que habrían estado en manos de un discípulo de Carrillo y fueron donados a través de la Fundación Ingenieros Civiles Asociados.